Las evidencias constatadas por los expertos del IPPC (Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático), una grupo internacional establecido por la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones Unidas sobre Medioambiente, han activado todas las alarmas; de ahí que los países firmantes del Acuerdo de París (celebrado en la capital francesa en diciembre de 2015) decidieran adoptar compromisos más severos para frenar los impactos que sufrirá el planeta y sus habitantes a consecuencia del calentamiento global. El objetivo planteado, favorecer un desarrollo sostenible, bajo en emisiones de gases contaminantes de origen antropogénico y resiliente al clima, a fin de evitar que el incremento de la temperatura media de la Tierra supere los 2ºC con respecto a los niveles preindustriales y propiciar, mediante esfuerzos adicionales, que el calentamiento global no supere los 1,5ºC.
Para conseguirlo, es vital incidir en varios aspectos, entre los que sobresalen el turismo, que, en la medida de lo posible, han de contribuir a una reducción de los gases de efecto invernadero (GEIs), mediante la apuesta por el transporte colectivo, por la elección de motorizaciones cada vez menos contaminantes o por la adopción de rutinas encaminadas a favorecer la reducción de residuos, la reutilización de productos y envases, y el reciclaje.
Viajar en autocaravana se convierte, así, en una opción excelente para los amantes de la naturaleza que quieran contribuir a preservala. De hecho, buena parte de las personas que eligen este medio valoran especialmente el contacto con el entorno y son aficionadas al turismo de aventura o a la práctica deportiva al aire libre, por lo que seguramente que muchos de ellos se pregunten acerca de las emisiones contaminantes de este medio de transporte.
En este sentido, cabe destacar que existen estudios que apuntan que optar por la autocaravana para hacer turismo contribuye a reducirlas de un modo significativo, especialmente si se compara esta alternativa con la apuesta por desplazarse en avión y pernoctar en un hotel. No en vano, en este tipo de vehículos se han ajustado notablemente las emisiones de dióxido de carbono, al reducirse la demanda de combustible mediante motorizaciones más eficientes, e incluso es factible optar ya por autocaravanas híbridas, que, si bien permiten su funcionamiento mediante energía eléctrica, otorgan autonomía al usuario, que no precisará estar pendiente constantemente de la ubicación de puntos aptos para la recarga de sus baterías.
Otro aspecto a tener en cuenta es el hecho de que, en la autocaravana, se consumen menos recursos que en un hotel, dado que sus usuarios pueden optimizar su uso del agua, de la electricidad o del gas, mientras que en un establecimiento hotelero siempre hay demanda energética, especialmente en las áreas comunes, aunque prácticamente no haya huéspedes alojados.
Por otra parte, utilizando este medio de transporte, es factible permite amanecer cada día en un paraje nuevo. Eso sí, una vez que parte el viajero, el entorno recupera su aspecto original, por lo que el impacto visual que pudiera producir el estacionamiento no será permanente; algo que, desde luego, no ocurre cuando se construye cualquier edificación. Para lograrlo, en cualquier caso, el autocaravanista ha de recordar una regla básica: debe dejar el entorno tal y como lo encontró y, si es posible, incluso mejor, contribuyendo a la correcta separación y reciclaje de aquellos residuos que genere o que encuentre. De hecho, cada vez hay más iniciativas encaminadas a la recogida voluntaria de colillas, plásticos y otros desechos en lagos, ríos, playas e incluso fondos marinos.