El amor, la vida y la muerte son, sin lugar a dudas, las principales fuentes de inspiración de los literatos, puesto que, pese a la evidente evolución social y a los cambios comportamentales que esta dicta, los sentimientos que estos tres temas despiertan parecen mantenerse inalterables. De ahí que las grandes historias de amor trasciendan al autor y a su época y que, precisamente por ello, muchos enamorados gusten de conocer sus principales escenarios.
Así, tras la resaca de San Valentín, una excelente opción para seguir celebrando durante el mes de febrero el amor y la vida es iniciar ruta en autocaravana que nos permita conocerlos.
El viaje puede comenzar en Palencia, provincia en la que hay una veintena de áreas adecuadas para el estacionamiento de autocaravanas, y donde, probablemente entre 1074 y 1076, Doña Jimena Díaz contrajo nupcias con el caballero castellano Rodrigo Díaz de Vivar, cuyas heroicas gestas llegaron hasta nuestros días gracias a un autor anónimo, el del Cantar de mío Cid.
Acercarse a su periplo, puede llevar a quienes quieran seguirlo, a lugares tan distintos como Cuenca (y más concretamente Castejón), Aragón (donde una visita obligada es el paraje de La Mora Encantada, donde pudo estar Alcocer y su castillo) o Valencia, ciudad ganada por el Cid en 1094 y a cuya catedral doña Jimena ofreció en 1101 una donación.
Pero, al margen de estos lugares, sin lugar a dudas, la ruta tiene que incluir una visita a Burgos, ciudad en la que reposan los restos mortales de la pareja. Por tanto, teniendo en cuenta que en el Cantar del mío Cid se hace referencia a las dos Castillas, a Aragón y a la Comunidad Valenciana, los viajeros precisarán más de un fin de semana para acercarse a ambas figuras.
Otra buena opción, si únicamente se dispone del fin de semana, es visitar Salamanca, donde encontrarán estacionamientos para autocaravanas relativamente próximos al centro, dado que en esta ciudad se ubica el huerto en el que presuntamente, tal y como describe Fernando de Rojas en La Celestina (una de las obras más universales de la literatura española), se conocieron Calixto y Melibea. Se trata de un pequeño jardín romántico de tradición musulmana, que recuperando la vegetación y elementos ornamentales que ya existían en el viejo huerto, fue inaugurado y abierto al público en 1981.
Desde el Huerto de Calixto y Melibea, situado en el casco histórico de la capital salmantina, las vistas son inmejorables, dada su proximidad a sus catedrales y al río Tormes. Por tanto, una vez que hayan disfrutado del sosiego de dicho jardín, los viajeros podrán perderse por el casco histórico de esta ciudad, Patrimonio de la Humanidad, y conocer sus monumentos más emblemáticos y disfrutar del ambiente universitario que puebla cada rincón.
Sin abandonar Castilla, pero dirigiéndose esta vez hacia la manchega, los enamorados podrán seguir otro recorrido sin duda interesante, dado que, viajando en autocaravana, podrán seguir los pasos de Don Quijote sin temor a no hallar alojamiento y, en la provincia de Toledo, conocer El Toboso, lugar en el que se prendó de Dulcinea. Allí, los visitantes podrán conocer la Casa-museo de Dulcinea, el Museo Cervantino y el Museo del Humor Gráfico Dulcinea, entre otros muchos lugares de interés.
En cualquier caso, los que prefieran un clima más suave, sin renunciar a acercarse en su aventura a los avatares de una de las parejas más conocidas de la literatura española, habrá de dirigirse a Sevilla, ciudad en la que trascurre otra de las grandes historias de amor de la literatura española. Escrita, en este caso, por Tirso de Molina, se trata del drama más conocido de nuestras letras: que comienza una noche de Carnaval de 1545 y que es protagonizado por El burlador de Sevilla, Don Juan Tenorio, y por Doña Inés de Ulloa, la joven y cándida hija del comendador de Calatrava ciegamente prendada del seductor.
La visita a esta ciudad, cuyo conjunto monumental integrado por la catedral, el Real Alcázar y el Archivo de Indias es Patrimonio de la Humanidad desde 1987, permitirá a quienes se acerquen a ella disfrutar de un legado arquitectónico de enorme belleza, pasear por sus hermosos jardines e incluso disfrutar de sus recorridos en coche de caballos, lo que la convierte en un destino de excepción para los enamorados, que, seguramente, podrán sentirla impregnada de romanticismo como, en el siglo XIX, la sintió el poeta del amor, Gustavo Adolfo Bécquer.
Además, quienes se decanten por esta opción, podrán hacer uso de sus amplias áreas de estacionamiento para caravanas, autocaravanas y campers, lo que convierte a este destino en una alternativa perfecta para los amantes del caravaning.